Click-21

Me lo encontré a orillas de una poza de agua azul y cristalina, estaba posando y dejó que me acercara todo lo que yo quisiera para que mi humilde cámara compacta lo capturara, dejó que lo observara y compartiera con él casi todo el tiempo que yo quisiera, dejó que me imaginara cuentos mitológicos donde él era protagonista... asi estuve un rato hipnotizada hasta que decidió volar lleno de orgullo porque se sabe hermoso, entonces moví la cabeza para salir de mi historia, pero me quedé con su imagen: tiene unos ojos grandes y fijos, un cuerpo azul esbelto y unas alas que no son frágiles, lo hacen volar alto y libre. Que bonito mi bichito azul.

He estado en este lugar escasas dos veces con apenas unos meses de diferencia, la primera vez al llegar a este punto senti la gran emoción de ver ese refugio que significaba descanso, apenas unos minutos mas y estaríamos al amparo de una casa de campaña que nos daría cobijo y si el cansancio lo permitía muchas complicidades compartidas, la segunda vez (la de esta foto) unos segundos antes estaba el ambiente lleno de niebla, no dejaba ver mas que unos cuantos metros frente a mí, apenas el camino, sentí miedo, emoción y añoranza, querería compartir la misma sensación que me invadía, recordé la primera vez y deseé con toda mi alma que fueran las mismas condiciones pero con este paisaje y con este viento frio, -esas pequeñas cosas que hacen que la vida sea grandiosa-. Que pequeños somos y que grandes nuestros dramas (al menos el mío), en la foto se ve la casita tan diminuta que parece de mentira, ni hablar de las personas. No puedo imaginar lo que debe ser estar en una montaña del hima...