Cañada de Alcalican (28-Jul-24)
5:30 am, arriba, con mucho sueño pero toca levantarse, esta vez se quedó Lu en mi casa para poder llegar a tiempo al Club. Bañarse, preparar comida, tomar la foto de recuerdo y salir. En punto de las 7:30 16 felices citlas nos fuimos en la van rentada, hacia Paso de Cortés, donde inició la caminata guiada por Toño Pérez.
Estamos por finalizar julio, ha llovido mucho, y el campo es un paraíso, todo lleno de flores, de arroyos y cascadas, pasto suave y por mucho tiempo tuvimos un gran cielo azul con nubes. Que bonito se siente caminar rodeados de esta belleza, es como un mundo alterno al cotidiano.
Vista al Izta desde Paso de Cortés
Caminamos desde Paso de Cortés hacia la Joya por el camino alterno, que nos lleva a las cascadas, ya en la joya tomamos el camino hacia la Cañada de Alcalican, yo solo había caminado la mitad, esta vez la completé y me quedé sorprendida de lo bonita que es. El recorrido no sería lo mismo sin las personas y los amigos que fuimos. En particular, me sorprendió que personas que no conocía me regalaron comida, dulces, pan, semillas y galletas y que habiendo mas compañeros, se dirigieron a mí y me las dieron, esos detalles me ponen el corazón mas contento.
En el camino platiqué y reí mucho, especialmente con Lu que casi todo el tiempo íbamos a la par, mas adelante un poco con Andrea y con Ignacio que me contó sus aventuras de niño y lo mucho que le gustan las boas, después de la Joya ya para bajar hacia la boca del tiburón, Toño cambió la ruta, porque empezó la lluvia y el cielo estaba todo oscuro de nubes (señal de lluvia fuerte y larga), empezó el aire, lluvia y el frio se hizo intenso, como es típico en alta montaña.
La ruta que tomamos hacia la Cañada de Alcalican, fue un gran acierto, se quitó la lluvia, y la bajada estaba llena de flores y pastizales altos, verdes y suaves, después de varios resbalones, llegamos al fondo de la cañada, cruzamos el arroyo que esta vez va crecido y llego la mejor parte... ¡A comer! comí delicioso, platicando y compartiendo, escuchando el arroyo y temblando de frío pero justo eso me hacía sentir la belleza de la naturaleza, no era la única, todos teníamos frío y todos comentamos lo bonito del entorno, compartimos nuestra comida con Choco, el perrito que nos acompañó y que ya tenía quien lo adoptaría.
Por un momento recordé como hace mucho pensaba que nunca podría disfrutar igual estos momentos, me sentía incompleta, … solo sonreí y di gracias por haber estado equivocada.
26 km y todo un día de disfrute, las subidas se me hicieron menos pesadas -el ejercicio está dando frutos- Cerramos la tarde-noche con avistamiento de luciérnagas... de ahí una caminata larga a la van y dormir hasta regresar felices al Club.
¡Nos vemos en la próxima!
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